Paseando por las callejuelas de Culla, junto a la Iglesia mayor, encontramos unos de los lugares más enigmáticos de Culla. El Pelleric (picota).
Era un lugar de escarmiento para los ladrones con hurtos menores o malhechores en la Edad Media. Se trata de una columna de piedra donde se ataba a los condenados, se rodeaba sus gargantas con un collar de hierro (argolla) que estaba unido a este mediante una cadena, quedando expuestos a la burla y humillación de la gente del pueblo.
Casi siempre, sobre el condenado, o junto a él, se colocaba un escrito que indicaba el delito que había cometido.